Raúl Gardini (Rávena, 7/6/1933 – Milán, 23/7/1993) fue un empresario italiano que llegó a ser presidente de Montedison. Armador de la saga de barcos de vela «Il Moro di Venezia», Gardini hizo posible que Italia ganase su primera Copa Lous Vuitton, antesala de la Copa América en 1992. Nada menos que cinco barcos mandó diseñar a German Frers y construir en Italia para poner a los mandos de ellos a un joven Paul Cayard y a una tripulación que ilusionó a Europa. En San Diego, «Il Moro di Venezia» fue derrotado por el «América3», de Bill Koch por 4-1, después de haberse gastado en el proyecto 17.000 millones de las antiguas pesetas. Gardini, que adoraba Palma, tuvo la base del equipo italiano de Copa América en Puerto Portals durante dos años y dejó en Palma lo más bueno de su persona. Su trágica muerte a manos del suicidio pegándose un tiro en la sien en su casa de Milán conmovió al mundo de la vela y en Palma, durante la Copa del Rey de 1993, se le rindió un sentido homenaje con una concentración de barcos en la bahía arrojando flores antes de la disputa de la primera manga.
- La tripulación de «Il Moro di Venezia», en 1991 en San Diego (EE.UU.)
Corría agosto de 1985 cuando apareció por Palma uno de los Maxis más espectaculares de la historia mundial de la vela. Se trataba de «Il Moro di Venezia», un diseño de German Frers con 21,70 metros de eslora, de casco de aluminio blanco y con una raya verde como línea de flotación, que fue construido en el astillero de las Marcas Pésaro. A la caña Paul Cayard, que había relevado después del Mundial de 1983 a Lorenzo Bortolotti. En la majestuosa popa, a modo de armadores, Raúl Gardini y Gianni Agnelli, dos amigos inseparables a los que gustaba regatear en el Mediterráneo. El barco era un verdadero lujo y estaba tripulado por 18 personas compitiendo en la División IOR.
- Gardini a la caña del «Abracadabra» con Cayard
Fue en los pantalanes del Real Club Náutico de Palma donde conocí a Raúl Gardini, cuando de la mano de José Luis de la Viña tuve el honor y el placer de participar en mi primera Copa del Rey como regatista. Por entonces los recorridos eran triángulos de unas 20 millas y el sistema de medición IOR permitía un justo reparto de los vencedores en las regatas de tiempo compensado. Ese año estuve como «big max» en la tripulación de «Il Moro di Venezia» y pude comprobar en vivo y en directo la táctica italiana para ganar regatas. Todos los días, como aquellas interminables mangas acababan en barlovento, la vuelta hasta puerto se hacía con todo el equipo sentado en la popa compartiendo pollo frío, sacado de las dos grandes neveras que tenía el Maxi y para beber, vino blanco italiano.
Mi amistad con Gardini se fue asentando año tras año. Comenzó a invitarme a regatas como al Mundial de Maxis de 1987, del que también tuve el honor de disputar desde la cubierta de «Il Moro». En 1990 me invitó a la botadura del «Il Moro de Venezia II», en Puerto Portals, en la que estuve como invitado de honor junto a Agnelli con la tripulación. Una experiencia inigualable para cualquier aficionado a la vela. En 1991 se botó en San Diego «Il Moro di Venezia III», al que también asistí después de viajar en un avión privado desde Nueva York. A finales de año se botó en Venezia «Il Moro di Venezia V», en una espectacular fiesta llena de colorido por los canales de la ciudad italiana. Tres días y tres noches de festejos hasta que el barco que ganaría la Louis Vuitton se marchó a navegar a San Diego. Allí, en diciembre, surcó las frías aguas de una de las ciudades míticas de la Copa América.