EFE._ El caso de los libreros desaparecidos de Hong Kong, que se teme que estén detenidos por China, muestra que la censura de Pekín amenaza derechos intocables hasta ahora como la libertad de expresión y prensa en la excolonia británica. La incertidumbre sobre los quehaceres y futuro de los responsables de la librería Causeway Bay Books y la editorial Mighty Current, que respectivamente venden y publican desde Hong Kong volúmenes críticos con el régimen comunista chino, agranda la sospecha de que Pekín ha utilizado su artillería censora.
La particularidad, en esta ocasión, radica en que el Gobierno chino ha extendido su influencia fuera de sus fronteras, violando los principios e intereses de una región como Hong Kong, que goza de un alto grado de independencia administrativa en todos los ámbitos (excepto en defensa y asuntos exteriores). La confirmación de que dos libreros están retenidos en China bajo argumentos abiertos a dudas, dada la escasa información emitida por las autoridades, «no hace más que poner en peligro este negocio», dijo la vicepresidenta de la Asociación de Periodistas de Hong Kong (HKJA, por sus siglas en inglés) Shirley Yam Mei-ching.
«Antes, la preocupación de quienes publicaban textos controvertidos en la parte continental atendía a criterios económicos, por miedo a que sus bienes e intereses en China se pudiesen ver comprometidos; ahora, se ha convertido en miedo físico, ya que lo que ponen en riesgo es su propia seguridad como personas», añadió la periodista.
No a la liberta de prensa
Para el profesor en el departamento de Periodismo de la Universidad Baptista de Hong Kong Colin Sparks, estas desapariciones suponen un gran cambio en la relación entre Pekín y la excolonia. «Básicamente el gobierno chino nos está diciendo que si publicas algo que no les gusta pueden cruzar la frontera y secuestrarte, una acción muy seria que marca un giro brusco en su relación con Hong Kong, contraviniendo la Ley Básica (la Constitución) de la ciudad», explicó a Efe Sparks.
Los libros que recogen sórdidos detalles sobre el funcionamiento interno del Partido Comunista y la vida privada de los funcionarios del gobierno se encuentran, a menudo, entre los artículos más vendidos en librerías hongkonesas y de Macao. Estos textos prohibidos en China tienen gran acogida por parte de la población del gigante asiático que aprovecha sus viajes a Hong Kong, Macao o Taiwán para hacerse con estas publicaciones que pasan clandestinamente al país comunista.
Este negocio se extiende a territorios más lejanos como Estados Unidos o Canadá, desde donde se trabaja y publica el contenido extraído desde China o Hong Kong. Sin embargo, estos años de bonanza para las librerías especializadas en la publicación de estos tomos de corte sensacionalista, que en casos rozan más la fantasía que la realidad, podrían llegar a su fin en Hong Kong, donde tradicionalmente siempre ha disfrutado de libertad de prensa.
A finales del pasado año, un mes después de que se conociera la desaparición de cuatro libreros de Hong Kong, la cadena de librerías Page One eliminó de las estanterías de sus ocho tiendas en la ciudad las publicaciones con material crítico hacia el régimen, y señaló que no volvería a vender tomos prohibidos en la parte continental.
Más recientemente, la preocupación sobre el futuro del sector se disparó durante esta semana después de que el pasado domingo el diario londinense The Sunday Times publicara un documento filtrado del Partido Comunista en el que se ordena a funcionarios del gobierno «borrar el origen de las publicaciones ilegales» en Hong Kong y Macao.
El conocido como «Plan de Guangdong», con fecha de abril de 2015, hace referencia a material pornográfico y a los libros «prohibidos». El diario londinense apuntó que en el texto filtrado se mencionan a 14 editores y 21 publicaciones en Hong Kong como blancos de la operación.
«Situaciones como éstas solo sirven para aumentar el miedo y la censura general en los medios y publicaciones de Hong Kong, un sector de por sí castigado por la autocensura en los últimos años por la interferencias chinas», afirmó Sparks.
Para Sparks, el impacto en las publicaciones locales será «grande». No obstante, el profesor universitario cree que el riesgo de que la carencia de libertad de expresión en Hong Kong alcance los niveles de China aún está lejos.