Llevamos unos años en España, que una gran cantidad de periodistas, y personas que se hacen llamar así y ejercen la profesión sin ninguna garantía de que hayan adquirido los conocimientos periodísticos que se implantan en la facultad o trabajando muy duro desde abajo en un medio de comunicación, desvirtúan la realidad y proclaman y defienden noticias falsas. La moda son las tertulias, tanto en radio como en televisión y a ellas acuden individuos, que demuestran que son verdaderos mercenarios de la información y de la opinión. Todas las cadenas de televisión, públicas y privadas y las emisoras de radio ofrecen entre sus contenidos tertulias de todos los tipos, políticas, deportivas, sociales, médicas, consumistas, de sucesos… y en prácticamente todas los protagonistas son los mismos. ¿Son especialistas en todo? No. Son simplemente unos jetas con mucha labia y dispuestos a decir y a defender lo que haga falta por un «puñado de dólares».
Así es el periodismo en este recién estrenado siglo XXI. La caterva informativa de los informativos de medio día y de la noche, salvo honrosas excepciones, están considerados como los grandes manipuladores del Cuarto Poder, que sin ningún rubor mienten, distorsionan u ocultan las informaciones. Lo peor de todo es que ellos mismos se lo creen y desafortunadamente logran convencer a una gran parte del electorado. Las elecciones catalanas han sido un ejemplo muy claro de esa manipulación de la información. No me puedo creer que los electores catalanes se hayan tragado que Salvador Illa podría ser un buen gestor de sus intereses políticos, después de la paupérrima gestión que ha realizado al frente del Ministerio de Sanidad de España. Se puede creer y apoyar con el voto cualquier idea, independentista o constitucionalista, pero no se puede poner el voto en la urna para que un mentiroso confeso y un mal gestor de una pandemia que ya deja 120.000 muertos, sea Presidente de la Generalitat de Cataluña.

Mercenarios sectarios
Con los tertulianos pasa lo mismo. Son auténticos mercenarios que dependiendo quién les llene la andorga, les coloque a lo hijos, o les provea de una buena puerta giratoria, así hablan de nuestros políticos o nuestros deportistas. Hay un tertuliano que se pasea por los platós de las televisiones, sobre todo por la pública, que fue director del periódico más amarillo y mentiroso de la historia. Él mismo se inventaba las noticias y pretendía que los redactores nos las creyéramos. Con un presupuesto de 17.000 millones de las pesetas del año 1990, dicho diario duró seis meses. Eran tantas las mentiras y tantas las calumnias contra la Familia Real Española, que las empresas editoras decidieron echar el cierre. Pues ese exdirector y mercenario de la clase política se pasea ahora por esas televisiones que mienten, ocultan u tergiversan las informaciones.
Y mientras, ¿ qué hace la Asociación de la Prensa?, nada, absolutamente nada.