Allá por los años 70, cuando aún el periodismo no era una licenciatura de Ciencias de la Información y existía la Escuela de Periodismo para estudiar un oficio, los hoy mal llamados becarios se denominaban meritorios. Había dos maneras de acceder a optar por un puesto de prácticas veraniegas en los medios de comunicación: antes de ir a la escuela o ya estudiando el oficio. Bastaba con haber cursado estudios de bachiller para que tras tres meses de prácticas meritorias en un medio, se te considerara ya como Ayudante de Redacción. Cuando se terminaban los tres años de escuela, era cuando se ascendía a redactor y se entraba en nómina. Una práctica muy distinta a la que se utiliza ahora con los becarios.

Ser un meritorio conllevaba estar a las ordenes directas de los redactores, que a su vez dependían del redactor jefe. La jerarquía en los medios era la siguiente: director, subdirector, redactor jefe, secretario de redacción, redactor, ayudante de redacción y meritorio. Todos los meritorios tenían un sueldo por muy pequeño que fuera y trabajaban en la redacción de sol a sol corrigiendo teletipos o haciendo guardias en algún evento. La postura de los redactores era la de enseñar con pulcritud al nuevo proyecto de periodista. En muchas ocasiones los llevaban consigo a entrevistas o eventos para que se fueran familiarizando con el medio. No eran esclavos de la redacción, pero tampoco tenían muchos derechos. Su obligación era aprender, ver, oír y callar y nunca dar su opinión mientras no fuera preguntado.
Comienzos en el archivo
La mayoría de los meritorios comenzaban su andadura en los archivos. Allí aprendían a valorar las informaciones y en los ratos libres podían sentarse al lado de un redactor para asistir como oyente a la confección del periódico o el informativo. Nunca se protestaba cuando se les asignaba una misión y, mucho menos, se negaban a hacerla. Era una época en la que prácticamente solo existían los Medios de Comunicación adscritos a la Prensa del Movimiento, por lo que el Estado se convertía en una escuela de prácticas pagadas. Tal era el arraigo con el medio, que si tocaba hacer el Servicio Militar (14 meses) se guardaba la plaza y en algunos casos se cobraba la mitad del sueldo.

Había algunos meritorios que compaginaban las tardes de redacción con las noches de taller, a las ordenes del Regente, que era el encargado de que funcionaran las máquinas que hacían posible la fabricación del periódico: linotipias, cajas, plomos, fresadoras… Era, por así decirlo, el meritorio de cierre, que naturalmente se marchaba a su casa con el periódico bajo el brazo a altas horas de la madrugada después de haber colaborado a la confección del periódico en la redacción durante toda la tarde.
Periodistas en prácticas
Con la llegada del periodismo a la universidad, los meritorios pasaron a llamarse periodistas en prácticas y solo podían acceder a ello los alumnos que habían cursado al menos tres de los cinco años de los que constaba la carrera. Esas prácticas eran de tres o cuatro meses en verano, pero ya nadie garantizaba que podías quedarte a seguir desarrollando la profesión, aunque en la mayoría de los casos, las empresas editoras, que ya eran privadas, contaban con ellos durante algunos años asignándoles un pequeño sueldo hasta que, por h o por b, entraban en nómina y se hacían redactores, eso sí, siempre que hubieran terminado la carrera.
Unos años más tarde, hacia la década de los 90 los periódicos inventaron las Escuela de Prácticas, lo que ahora se llama Master. Por ella pasaban todos los aspirantes a trabajar en el medio de comunicación con un porcentaje muy alto de que esas prácticas de un año revertieran en la posibilidad de quedarse a formar parte de la redacción. Por entonces, los medios escritos estaban dirigidos empresarialmente por persona que valoraban a sus trabajadores y no los concebían como si fueran un número, como es el caso en la actualidad. Los directores y redactores jefes eran periodistas con mucha experiencia y, normalmente, nacidos profesionalmente en el medio.
Master a 12.000 euros
En la época actual, con la llegada de las compañías de multimedia, la cosa ha cambiado radicalmente. Ya no se es becario si no se paga y si se quiere hacer prácticas hay que buscarse en gran enchufe, pero a sabiendas que al terminar las prácticas se va uno a la calle. Normalmente, lo alumnos que pagan hasta 12.000 euros por la realización de un Master en un medio pueden tener alguna posibilidad de quedarse a trabajar, aunque ya no en la modalidad de papel, si se trata de un periódico. Primero se les explota en las distintas webs dando muchas esperanzas de que algún día podrán firmar en el papel y solo los más «pelotas» acceden antes a este cometido. Ya, por lo general, no importan los conocimientos. Lo habitual entre los medios es rodearse de mediocres para que no te «vuelen la cabeza» y tener mucha gente a la que culpar en caso de fallo. Claro, que esta práctica ha demostrado la inminente desaparición de los periódicos en papel.
Consejos
Un buen becario debe de tener en cuenta algunas cosas fundamentales, que paso a enumerar:
Lo más importante son las ganas y la actitud. Hay que ser consciente de que estamos en un sitio donde pretendemos desarrollar nuestra carrera laboral y hay que demostrar que hemos venido a aprender.
No menos importante es no mirar al reloj. Últimamente, algunos becarios, por no decir todos, lo primero que preguntan es «cuándo libro» o «cuándo acabo». El periodismo es un oficio en el que no hay horarios.
El becario debe demostrar humildad y dejarse enseñar adaptándose a los métodos de los compañeros que los acogen. Hay un alto porcentaje que nada más llegar quieren escribir y firmar, cuando aún no han demostrado que saben estructurar una frase, o lo que es más importante, que no cometen faltas de ortografía.
Cuando se comienzan unas practicas, lo primero que hay que hacer es intentar conocer por sus nombres a los compañeros de la sección en la que se va a realizar la práctica. Hay muchos que llegan a los periódicos y ni siquiera saben como se llama el director y los redactores jefes.
Fundamental es llegar antes a la redacción para leerse los periódicos de la competencia, no sin antes haber escuchado varios informativos de las radios. Hay que llegar a la redacción sabiendo lo que ha pasado y lo que va a acontecer.
Ser voluntario a la hora de atajar un trabajo incómodo ayuda mucho a la hora de que se te valore. Es desagradable hacer guardia bajo la lluvia o el calor, pero hay que asimilar que cuánto antes se haga, antes te va a llegar la experiencia.
No firmar jamás una información que no sea tuya. Es práctica habitual que se firmen teletipos de agencia después de haberlos dado la vuelta o, también, cosas que se han copiado de internet. Eso, queridos, está prohibido por la ética y desgraciadamente cada vez pasa más por culpa de la incompetencia de los jefes.
No inventarse las cosas y mucho menos intentar publicar algo que no ha sido contrastado debidamente. También es práctica habitual en los «profesionales» lanzarse al vacío con una sola versión. Conozco un caso en el que un redactor, hecho y derecho, se inventó una entrevista a un muerto sin saber que lo estaba.
No hacer caso a las noticias que se dan en las redes sociales. Antes de publicar algo, hay que contrastarlo y averiguar si es verdad. Existen muchos medios que se lanzan a publicar en sus páginas webs noticias que no han ocurrido y al rato las tienen que quitar.
En caso de tener que asistir a un acto, rueda de prensa u otro tipo de evento, ten en cuenta tu indumentaria. No a todos los sitios se puede ir en deportivas. Date cuenta de que tu imagen es la de tu medio